martes, 1 de julio de 2008

El Grande, Primordial Soup y Byzantium.

La semana pasada fue bastante jugona: se le unió que el viernes 21 y el sábado 22 fui a Queimada y que Pensator y yo hicimos una Quedada-Verbena de San Juan con unos amigos.

De todos los juegos destacaré tres que no había probado hasta ese momento y que entran en la categoría de juegos que me gustaría volver a jugar:

El Grande (1995) de Richard Ulrich y Wolfgang Kramer: Llevaba bastantes meses queriendo probarlo, y por fin vio la oportunidad el viernes y el sábado en Queimada y en la Quedada especial de San Juan (así que pasé de no poder jugarlo en meses a jugarlo por un tubo :P).

El Grande es un juego de mayorías ambientado en la España del siglo XV y en él, básicamente, los jugadores eligen su turno mediante unas cartas numeradas no reutilizables: el que escoja mostrar el número más alto será el primero y, después, el resto de jugadores irá participando en orden descendiente. Estas cartas, además, indican los caballeros que se han de tomar de las provincias (la reserva de cada jugador). Después, en el orden establecido, cada jugador escoge y realiza una carta de acción que le permitirá ir colocando/moviendo los caballeros propios (cubos) por el tablero, recolocar/mover los caballeros de los otros jugadores, mover el rey a través de las regiones, eliminar caballeros del tablero de otros jugadores, etc. Estas cartas de acción son las que nos permitirán realmente ir desarrollando nuestro plan de juego. Cabe destacar que a pesar de ser un juego bastante estratégico es muy variable, pues has de ir amoldándote a los movimientos y planes de los demás jugadores.

Como digo en Queimada pude jugar en dos ocasiones, una el viernes y otra el sábado. El juego no es difícil de entender y enseguida te metes en la mecánica. Es cierto que la primera partida fue más lenta porque ninguno de los participantes habíamos jugado antes y además, se le unía que las cartas estaban en alemán y teníamos que andar buscando la traducción carta por carta.

El sábado la partida fue mucho más rápida porque jugamos con la versión en inglés y a eso se le unió que la mayoría ya sabíamos jugar.

Finalmente, Pensator y yo tuvimos la oportunidad de poder volver a jugarlo en la Quedada de San Juan con amigos no jugones (pero que poco a poco se están convirtiendo en jugones :P). Personalmente, creo que el hecho de conocer las cartas y, por tanto, tener una idea de las diferentes opciones que pueden aparecer se notó mucho a la hora de ir elaborando planes aunque fueran a corto plazo.

Desde luego puedo decir que se han satisfecho las expectativas que tenía puestas en el juego y está entre mis favoritos.

Ese viernes también pude jugar al Primordial Soup (1997) de Doris Matthäus y Frank Nestel, que era un juego que creo que no había oído ni nombrar (o yo no lo recuerdo :S). Es un juego ligado al azar pero no por eso pierde la gracia.

En Primordial Soup somos amebas devoradoras de excrementos y cadáveres y nos movemos dentro de nuestra charca, según la corriente. Como materiales de juego, además de las amebas y de los cubitos-caquitas tenemos unas cartas de genes que permiten hacer evolucionar a nuestras amebas y les confieren algunas mejoras que son usadas a lo largo del juego. Tener cartas de genes es siempre beneficioso, pero no es siempre suficiente. Como he dicho al principio, el azar juega un gran papel y por mucho que una ameba pueda “evolucionar” siempre dependerá de su movimiento por la charca y de poder encontrar comida a su paso.

Es un juego que me parece muy chulo y divertido para jugar entre dos juegos pesados o para acabar una jornada de juegos.

Por último, quiero destacar un juego que me pareció raro raro rarísimo: Byzantium (2005) de Martin Wallace.

Muy a grandes rasgos: En Byzantium, nos encontramos en una época en la que el Imperio Bizantino, sucesor de la gloria que fue el imperio romano, lucha frente un nuevo enemigo en el creciente imperio árabe. Así, el tablero representa una zona simplificada de Oriente Medio y en el juego aparecen tres ejércitos: bizantino, árabe y búlgaro. Cada jugador controla un ejército bizantino y un ejército árabe (que están marcados con un peón del color del jugador) activando tan sólo uno de los dos en el turno de juego. Con estos ejércitos se van haciendo conquistas y según se produzca con uno u otro ejército se obtienen puntos con uno u otro. Es importante mantener el equilibrio entre los dos bandos controlados pues si no es así no se sumarán los puntos que se hayan obtenido en los dos bandos sino solo en el que hayas sacado más, pero eso difícilmente dará la victoria. Finalmente, los búlgaros pueden ser activados por cualquier jugador, y darán puntos al ejército árabe. El fin del juego llega cuando cae Constantinopla.

Una de las críticas de Byzantium es que se puede forzar rápidamente (casi al principio) el final del juego: si un jugador utiliza el ejército búlgaro junto a Constantinopla, un segundo jugador puede aprovechar esta situación, en su turno, para volverlos a activar, atacar y conquistar Constantinopla y llevarse con ello los puntos que le conducirán a la victoria. Frente a esto, hay que decir que las reglas ya avisan de que esto no se haga si se quiere jugar una partida correctamente. Otra de las críticas es el excesivo azar que hay en los combates, pues uno tira tantos dados como cubos tenga en su tablero personal de juego (en el que se marcan los transportes, los atacantes que se tienen, las defensas, el poder de los líderes, etc.). Es importante, por tanto, saber gestionar los cubitos para poder mantener batallas equilibradas con los otros jugadores.

Al principio cuesta enterarse un poco (bastante) de cómo funciona la cosa. Uno no sabe muy bien hacia donde va, si tiene que atacar, defender, moverse, estarse quieto, es uno árabe o persa o los dos o tiene que “reclamar” ciudades (esto es lo más fácil y todos fuimos a ello para ir a lo seguro, es lo único que se tenía claro al principio, XD). La partida se acabó cuando realmente le habíamos cogido el tranquillo y nos supo a poco. Una vez jugado es verdad que no es tan complejo como puede parecer en un principio y se entiende algo mejor aunque, en mi opinión, se necesitan varias partidas para llegar a jugar realmente bien y poder disfrutar plenamente de la partida. Con todo, al final todos quedamos bastante igualados en puntuación y el ganador lo fue porque supo atacar antes que nadie con éxito a Constantinopla.

Este juego no levantó grandes pasiones entre los otros jugadores, ni siquiera a Prebosting, al que le encanta Wallace. Yo sigo en la mía: hay que darle alguna oportunidad más y seguro que se le encuentra el punto.

Y eso es todo, ahora a probar más.

*Enlaces relacionados:
-Una reseña de El Grande en BGG (en castellano)
-Una reseña de Byzantium en BGG (en castellano, por Wkr)

2 comentarios:

Ruminahui dijo...

¡Qué causalidad! ¡El Primordial Soup! Precisamente es un juego que me llamó la atención el año pasado en Essen (sí, ya tiene sus años, pero tenía su stand en Essen junto con el Urland y el Trias) y al que le tengo muchas ganas.

Precisamente, lo acabamos de citar brevemente en nuestro blog (http://jocsvexillum.blogspot.com/2008/07/darwin-i-wallace-150-anys-jugant.html) dentro de una lista de juegos que tratan de evolución.

el_mago8 dijo...

El Byzantium lo probé ayer por primera vez y nos dejó la misma sensación que a ti. ¿Qué cojones pintan los búlgaros?si podemos terminar la partida en el turno I!!!
Por lo demás coincido al 110% con lo que comentas de él.