Oficialmente, hasta Julio César, las Saturnales se celebraban el día de la consagración del templo de Saturno en el Foro romano, el 17 de diciembre, con sacrificios y un banquete público que culminaba con el grito de Io Saturnalia. Pero esta fiesta era tan apreciada por el pueblo que acabó festejándose, en un primer momento, de forma no oficial, a lo largo de siete días (del 17 al 23 de diciembre) para pasar después a celebrarse durante siete días de forma oficial. El calendario de Polemio Silvio del año 4.8 d.C. no llama a la fiesta, todavía viva, con el nombre del dios, sino que la llama "fiesta de los esclavos", aunque la realidad es que en sus orígenes no lo fue. Probablemente las Saturnales fueron la fiesta de la finalización de los trabajos del campo, celebrada tras acabar la siembra de invierno, cuando la familia campesina, incluidos los esclavos domésticos, tenían tiempo para descansar del esfuerzo cotidiano.
“Vivir y dejar vivir” era el lema de la fiesta y, según cuenta el poeta Cátulo, su mejor día era el 17 de diciembre: Catón el Viejo, que calculaba rigurosamente y sin compasión los costos y utilidad del trabajo de los esclavos de sus posesiones rurales, les concedía en las Saturnales una ración extra de 3,5 litros de vino. Las escuelas, que en otras ocasiones no prestaban ninguna atención a las numerosas fiestas del calendario romano, cerraban sus puertas en estas fechas. En el interior de la familia se eliminaban todas las barreras que separaban al esclavo del hombre libre. Además, se liberaba a los prisioneros, que agradecidos depositaban las cadenas en el templo de Saturno y hasta se aplazaba la ejecución de las penas capitales.
Lo que habitualmente estaba prohibido se autorizaba en estos días y, por ejemplo, las leyes contra el lujo permitían en las Saturnales gastar en comida una cantidad mayor que en los días corrientes y quien no aprovechaba la oportunidad para beber en exceso llamaba demasiado la atención. Y lo que nos interesa a nosotros especialmente: el juego de los dados (junto con otros juegos), estrictamente prohibido en fechas normales, unía a señores y siervos.
Romanos jugando a dados.
El motivo por el cual el gobierno se había visto obligado, en su momento, a restringir el juego por dinero (e incluso a fijar una multa por jugar) había sido la obsesión de algunos romanos hacia los juegos de azar, obsesión que se había convertido en un problema social. Esto, de hecho, no dejaba de ser algo extraño para los romanos, que raramente ponían límites a cualquier tipo de actividad civil o comercial. Esta prohibición sólo se levantaba, como decimos, en la semana de fiesta de las Saturnales. De todos modos, seguramente lo único que cambiaba era el jugar públicamente o no, porque durante el resto del año se seguía jugando y apostando en la clandestinidad.
Pero los juegos de dados no eran populares sólo entre los “romanos de a pie” sino que esta pasión llegaba a todos los estratos sociales y además de jugarse en tabernas, casas de juego, burdeles, calles, campamentos militares... algunos emperadores como Calígula o Cómodo (que sentían una gran pasión por los dados) llegaron a convertir el Palacio Imperial en una casa de juego para recaudar dinero para el erario. En cuanto a ganancias en las apuestas, sabemos, por ejemplo, que un jugador anónimo ganó a los dados en Nuceria, población cercana a Pompeya, la cantidad de 855 denarios y medio (3422 sestercios). También se dice que Augusto en una noche perdió 20.000 sestercios y que Nerón apostaba 400 sestercios en cada tirada.
Dados de piedra encontrados en Pompeya.
Otra característica de estas jornadas era que los esclavos se vistieran con las ropas de sus señores, que les servían en la mesa, mientras ellos despotricaban contra sus dueños sin temor a ser castigados. Esta inversión de la jerarquía social ha quedado reflejada en la imagen que adorna el mes de diciembre en el calendario litúrgico (del año 336 d.C.) de Furio Dionisio Filocalo, donde se aprecia una mesa de juego con dados y cubilete y debajo la siguiente inscripción:
Siguiendo con este mundo al revés, en las Saturnales también se caricaturizaban leyes y cargos públicos. Luciano nos da una idea de su gobierno burlesco poniendo en boca del dios Saturno estas palabras en alabanza de su fiesta:
"Y una vez que los dados te dan la suerte de ser rey, sólo en virtud de esa dignidad tienes el derecho a que no se te impongan órdenes ridículas, mientras que tú puedes ordenar a uno que declare algo vergonzoso de sí mismo, a otro que baile desnudo, a un tercero que cargue con la flautista y la lleve a hombros tres veces por toda la casa; todo ello es, sin duda, una prueba de que puedo repartir dones importantes."
Los más desconfiados podían exigir, incluso, el uso de la turricula: una torrecilla con escaleras interiores que hacían que el dado rebotara de forma aleatoria. Se ha encontrado un ejemplar en Qustul (Egipto) del 350 d.C., conservado en el Museo Arqueológico del Cairo, que tiene diversas escaleras interiores y una pared o puerta final que podía abrirse y cerrarse.
Como es lógico, una partida podía acabar mal llegando a las peleas entre los jugadores por los resultados. En Pompeya se ha conservado esta riña de taberna en la que dos jugadores discuten sobre el resultado de su partida de dados (CIL, IV 3494):
-Exsi (¡He terminado!)
-Non tria, duas est (No es un tres, es un dos)
-Noxsi/a me/tria/eco fui (¡Tramposo! ¡He sacado un tres! ¡He ganado yo!)
-Or(o) te fel(l)ator/eco fui (¡Mamón! ¡He ganado yo!)
Y el posadero les grita:
-Itis foras rixsatis (¡Id a reñir fuera!)
Y ya para acabar, mencionar que Ovidio habla de los dados en su Arte de Amar (Ars amandi) diciendo que había que dejar ganar a la amada al jugar a los dados:
“si juega y tira con su mano los dados de marfil, tira tú a perder y dáselos después de haberlos tirado mal”.
Ovidio aconsejaba, del mismo modo, que las mujeres supieran jugar a los dados si querían amar aunque también advierte de lo peligroso del juego, que puede revelar los lados más oscuros del carácter que debían permanecer ocultos:
*Enlaces relacionados:
-Más información sobre los dados de los romanos en Revista Saguntina (.pdf)
-Inscripciones, mapas, frescos... encontrados en Pompeya.
-Sobre juegos romanos en Acanomas.
-Sobre las fiestas Saturnales: La fiesta del Triunfo y las Saturnales Romanas, por Klaus Bringmann.
0 comentarios:
Publicar un comentario